lunes, 29 de julio de 2013

Mi colección: The Secret Garden

En esta segunda entrada en referencia a mis ediciones de libros antiguos, voy a hablar del que es para mi la joya de la corona, el libro al que le tengo más cariño de todos los que he adquirido en mercadillos ingleses.

Se trata de “The Secret Garden” (El jardín secreto) de Frances Hodgson Burnett, una historia que ya conocía cuando era pequeño, quizás por alguna adaptación cinematográfica o de animación, y que hasta el momento en que me lo compré, hace poco más de un año, no había tenido la ocasión de leer.





Mi ejemplar es una edición de 1931 y el aspecto es idéntico al que tiene la primera edición que es del año 1911, separándose ambas por solo 20 años de diferencia. Está francamente bien conservado, aunque se ha perdido el color dorado del dibujo de la portada.

Como curiosidad, en las primeras páginas, se encuentra la firma de uno de los antiguos propietarios del libro, algo que para mí le da más personalidad, transmitiéndose así esa sensación de poseer un pequeño tesoro que ha ido cambiando de manos con el tiempo.







Una de las grandes maravillas que encontramos en el libro, además de su tierna historia, son las ilustraciones que plagan toda la obra. Son una preciosidad de dibujos y hace pensar en cómo muchas  veces resulta una lástima que esta costumbre de ilustrar las palabras de autor se esté perdiendo con el tiempo, quedando relegado a unos pocos y excepcionales casos, muchos de ellos en la literatura de fantasía  y en la infantil.


En una futura entrada hablaré de la historia, ya que también es una lectura que quisiese recomendar. De momento, os dejo, al lo largo de estas líneas, con algunas fotografías del libro.

viernes, 19 de julio de 2013

Artículo de opinión: Poseídos por el mundo moderno

¿Por qué digo poseídos? Es sencillo: Veamos la película “El Exorcista”, por ejemplo. Uno de los signos de posesión es hablar lenguas desconocidas (lol, xq, :-),XD, etc.). Otro síntoma es hacer movimientos extraños con la cabeza (Juro que he visto a gente andar por la calle mirando hacia abajo, a su teléfono, sin levantar la cabeza para nada). También están los que hablan con seres del más allá (manos libres, whatsapp).  Y no nos olvidemos de quienes pueden declarar de forma espontanea que ellos “son legión porque son muchos” (como los cientos de seguidores de las distintas redes). Pero lo más terrorífico de todo es saber que hay entes que nos observan constantemente, esperando el momento de de colarse en nuestro mundo.

Image courtesy of Victor Habbick / FreeDigitalPhotos.net
Todos esos son motivos más que suficientes para hacer saltar la alarma, pero por desgracia parece ser que no tenemos ningún especialista en este tipo concreto de posesiones. No existe ningún exorcista para librarnos de este demonio en particular.

El mundo moderno y todo lo que ello conlleva, de eso voy a hablar aquí. Los nuevos lenguajes, las redes sociales, estar siempre conectados… todos esos son los temas que quiero discutir. Son una serie de avances que traen consigo, como la mayoría de las cosas, aspectos positivos y también aspectos negativos. El problema es que los aspectos negativos, son tan difíciles de observar en ocasiones que rara vez se les hace el caso que se debería. No provoca cáncer y por ello nadie se plantea en Año Nuevo que tiene que dejarlo.

Una nueva tecnología, el uso de sistemas portátiles y redes cada vez más avanzadas, nos permite una forma de estar siempre en contacto con familiares, amigos y con  el mundo en general. La necesidad de expresarse de forma rápida y eficaz, ya fuese por las limitaciones de los primeros teclados móviles o por querer hablar mientras uno caminaba, por ejemplo, están entre las razones por las que se desarrolló ese nuevo lenguaje con el que hoy convivimos a diario. Todo ello consiste en un conjunto de expresiones y palabras abreviadas que, junto con algunas combinaciones de símbolos, que representan emociones, se usan en estos sistemas. Resulta bastante curioso el modo en que este lenguaje se difunde y se va haciendo cada vez más extenso, creciendo en vocabulario y con unas normas que, aunque no figuren en ninguna parte, están ahí y son conocidas por los usuarios. Tanto es así, que para alguien que no esté acostumbrado a este intercambio de palabras modernas, puede no entender absolutamente nada en un mensaje de texto.

Hasta ahí todo bien, ¿pero qué pasa cuando un lenguaje diseñado específicamente para un entorno concreto empieza a invadir otros medios? Lo que ocurre es que lo chavales suspenden Lengua Castellana porque escribieron una de estas abreviaturas en un examen. Y es que se corre el peligro de aceptar este lenguaje hasta el punto de perder el propio.

Cambiando de tercio, está la cuestión de las redes sociales y todas esas plataformas que te permiten estar en contacto con tus amigos las veinticuatro horas del día, con una corriente de información constante. En el lado positivo, está claro que esto nos permite tener un canal de comunicación nuevo y antes inexistente, re-conectar con antiguas amistades y gente de nuestro pasado, ampliar las fronteras del mundo…

Todo fantástico, pero cuando tenemos 500 amigos virtuales de los que apenas conocemos a un cuarto de ellos personalmente y solo tenemos contacto (presencialmente halando) con una docena de los mismos, cabe preguntarse si es oro todo lo que reluce.

A la hora de la verdad, hay gente que está tan centrada en consultar constantemente todas las novedades de su círculo de amistades en el ordenador, que se olvida de las personas que tiene más cerca. Hay quien siente la necesidad de compartir todo lo que hace con cualquiera que tenga la suficiente curiosidad como para mirar y ¿no es esa búsqueda de atención un posible síntoma de una necesidad más profunda que no se está cubriendo? Existe una adicción real a las redes sociales, con gente que lo deja todo para poder satisfacer su irracional deseo. Hay personas que sienten ansiedad si pasan demasiado tiempo desconectadas y también las hay que no tienen la ocasión de sentir dicha ansiedad porque no se desconectan nunca.

Sin embargo, como todo en esta vida, hay que saber encontrar el término medio. Cualquier cosa que en principio parezca beneficiosa se puede volver en nuestra contra si se abusa de ella. Hay que entender y hacer un uso correcto de las nuevas herramientas que disponemos, sin olvidar que son un medio para alcanzar un fin, y no el fin en sí mismo. Es decir que no hay que dejar que nos “posean”.

Image courtesy of debspoons / FreeDigitalPhotos.net
Para acabar, lo haré comentando aquello que al principio he mencionado que me parecía lo más terrorífico de todo. Estamos bajo una constante vigilancia. Agencias de publicidad, el gobierno, organizaciones… Toda esta gente tiene acceso a nuestros datos, a nuestros gustos y preferencias, a nuestras identidades. Lo preocupante del asunto es que eso que antes parecía ciencia ficción, ahora es real y somos nosotros mismos los que estamos proporcionando esa información a todo aquel que la pida. Aceptamos a ciegas acuerdos y clausulas con cada nuevo programa que instalamos. Cuando nos creamos un perfil en un lugar nuevo, le estamos dando nuestro permiso a “vete tú a saber quién” para que nos espíe y haga lo que quiera con todo aquello que averigüe. Y lo peor de todo es que lo hacemos con una sonrisa en la boca, sin conocimiento de ello, pensando que el beneficio que obtenemos es mayor que el riesgo, o quizás convencidos de que en realidad el que alguien tenga acceso a nuestros datos no quiere decir que los vayan a utilizar.

El mundo sigue moviéndose y siguen llegando avances para mejorar nuestra vida. Cámaras que observan todos nuestros movimientos desde los nuevos sistemas de entretenimiento, desde los terminales de telefonía o desde nuestros televisores. Sistemas de pago que funcionan únicamente a través de Internet  ofreciéndonos una seguridad y garantías que, en el caso de un ataque real, son ineficaces. Adquisición de servicios a cambio de publicidad. Esos son solo unos pocos ejemplos de cosas que ya están en marcha, que se han ido introduciendo y, aunque sea con recelo, las terminamos por aceptar.

¿Qué nos depara el futuro? ¿Qué está todavía por venir? ¿Hay que recibirlo con alegría y curiosidad, o debemos hacerlo con miedo y precaución?

No me cabe duda de que aun conociendo los riesgos habrá quien exclame: ¡Toma posesión de mi cuerpo mundo moderno! Y se deje llevar sin más. Personas demasiado adaptadas y que son incapaces de cuestionarse nada. Sin embargo, hay que tener cautela, no podemos dejar que nos sean impuestas necesidades que antes no existían. Hay que hacerse preguntas y no dar las cosas por hecho. Está bien que surjan todos esos avances y también lo está que nos adaptemos al paso del mundo, porque si no nos quedaremos anclados en el pasado. Pero siempre, hay que pensar primero y actuar en consecuencia.

No nos olvidemos nunca de pensar porque si dejamos que otros lo hagan por nosotros, perdemos nuestra individualidad y nos convertimos en alguien más del redil. Nos convertimos en otra persona que se ha embriagado con la modernidad y se ha dejado poseer alegremente.

viernes, 12 de julio de 2013

A la espera

A la espera. Como tantas otras personas, como en tantas otras ocasiones. Siempre llega un momento en tu vida que no puedes hacer nada más que esperar.

Cuando se acaba todo aquello que está dentro de tus posibilidades, cuando exprimes al máximo esa parte del esfuerzo que solo dependía de ti y de nadie más. Entonces llega el momento de esperar.
Y es que hay ocasiones en que, por frustrante que esto sea, nuestro propio avance depende del resto del mundo.



Así estoy yo en estos momentos. A la espera. En más de un sentido, académico, profesional, social… todo está pendiente y congelado en el tiempo.

Siendo así, solo queda ser paciente y desear que la espera se haga corta.

jueves, 4 de julio de 2013

Recomendación literaria: Cabal

Para mi recomendación de hoy me he decidido por una novela de terror. No voy a hablar de ninguna de las obras más populares aunque sí que lo haré de una de las grandes figuras del género. La obra que quiero comentar es Cabal y su autor Clive Barker.

El nombre de Clive Barker, para los que no hayan leído mucho de él, les sonará por ser la enfermiza mente que engendró las historias en las que están basadas las películas Hellraiser y Candyman, dos grandes clásicos del terror. Para otros es el autor de los Libros de Sangre, una serie de recopilaciones de relatos truculentos que van en una línea de terror más gore y perturbadora que el relato medio.

Para mi Clive Barker es el creador de una leyenda eterna, un lugar mágico y unos personajes que tienen mucho potencial y que, pese al tiempo que tiene la obra en la que surgieron, espero que algún día pueda llegar a saber más de ellos. Todo esto se lo atribuyo a Cabal, libro que para los que no lo hayan leído es la novela en la que se basó la película de culto Razas de Noche (Nightbreed).



Me parece particularmente interesante hablar de este libro ahora que se han puesto de moda (y no en el buen sentido) todo este tema de los monstruos “buenos”. Y es que en Cabal podemos decir que tanto el héroe del libro como el resto de personajes por los que nos posicionamos como lectores, entrarían dentro de esta categoría de monstruos. Mientras que los villanos son los demás, desde la policía, la iglesia o un psiquiatra con perversas intenciones.

Pero que nadie se engañe, en este libro los monstruos no dejan de ser monstruos, nada de lucecitas y rostros bellos, cuerpos esculturales y ojos bondadosos. Los monstruos de la historia dan miedo, son terroríficos, algunos de ellos son grotescos y aun así nos resulta inevitable ponernos de su lado.

¿Pero de qué va Cabal y por qué me atrae tanto la historia? Bueno, en líneas generales es la historia de un hombre torturado cuyo destino es el de unirse a las Razas de Noche y guiarlas hacia una nueva era. Todo ello mientras sus antiguos enemigos, sintiéndose amenazados por semejantes aberraciones, intentan ponerse en su camino y acabar con estas criaturas.

Pero hay mucho más. Todo empieza en un lugar, un lugar llamado Midian, donde viven los monstruos. Se trata de una ciudad bajo un cementerio, donde viven estas razas de noche, aisladas del resto del mundo con unas rígidas normas que velan por su supervivencia. Estas criaturas son el origen de las leyendas y los mitos que dieron lugar a las historias del hombre lobo o los vampiros, pero que no son en realidad ninguno de estos seres, sino algo muy distinto. Cada una de estas razas de noche tiene sus propios rasgos, algunos pueden cambiar de forma, otros son alérgicos a la luz, pero todos tienen algo en común y es que en la antigüedad fueron perseguidos y llevados casi a la extinción (dándose muchas de estas trágicas muertes en tiempos de la santa inquisición). Por miedo a todo aquello que es diferente, el ser humano aniquiló a esas criaturas hasta que a los supervivientes, bajo el amparo de su dios Baphomet, no les quedó más remedio que ocultarse en las profundidades para siempre.



La mitología que se crea en el libro es fabulosa y por ello, es una historia que me gustaría ver continuada en un futuro más allá del libro, o de la película que ya existe (de hecho ha habido varios diálogos en referencia a esta cuestión recientemente, con lo que tal vez próximamente veamos una serie televisiva sobre las razas de noche).

Así pues, si os atrevéis, os invito a adentraros en las profundidades de Midian y si tenéis suerte (o si sois desafortunados, según se vea) quizás las Razas de Noche os abracen.

A lo largo de estas líneas os he puesto una de las portadas del libro, la misma de la edición que tengo yo. Además, también tenéis el cartel de la adaptación cinematográfica, adaptación que, sin ser la mejor película del mundo, sí que recrea bastante bien la mitología del libro, además de estar acompañada por el estupendo sonido que se consigue con las mágicas bandas sonoras de Danny Elfman, con quien os dejo a continuación con el tema principal de la película Razas de Noche.