¿Por qué digo poseídos? Es sencillo: Veamos
la película “El Exorcista”, por ejemplo. Uno de los signos de posesión es
hablar lenguas desconocidas (lol, xq, :-),XD, etc.). Otro síntoma es hacer
movimientos extraños con la cabeza (Juro que he visto a gente andar por la
calle mirando hacia abajo, a su teléfono, sin levantar la cabeza para nada).
También están los que hablan con seres del más allá (manos libres,
whatsapp). Y no nos olvidemos de quienes
pueden declarar de forma espontanea que ellos “son legión porque son muchos”
(como los cientos de seguidores de las distintas redes). Pero lo más
terrorífico de todo es saber que hay entes que nos observan constantemente,
esperando el momento de de colarse en nuestro mundo.
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Todos esos son motivos más que suficientes
para hacer saltar la alarma, pero por desgracia parece ser que no tenemos
ningún especialista en este tipo concreto de posesiones. No existe ningún
exorcista para librarnos de este demonio en particular.
El mundo moderno y todo lo que ello conlleva,
de eso voy a hablar aquí. Los nuevos lenguajes, las redes sociales, estar
siempre conectados… todos esos son los temas que quiero discutir. Son una serie
de avances que traen consigo, como la mayoría de las cosas, aspectos positivos
y también aspectos negativos. El problema es que los aspectos negativos, son
tan difíciles de observar en ocasiones que rara vez se les hace el caso que se
debería. No provoca cáncer y por ello nadie se plantea en Año Nuevo que tiene
que dejarlo.
Una nueva tecnología, el uso de sistemas
portátiles y redes cada vez más avanzadas, nos permite una forma de estar
siempre en contacto con familiares, amigos y con el mundo en general. La necesidad de
expresarse de forma rápida y eficaz, ya fuese por las limitaciones de los
primeros teclados móviles o por querer hablar mientras uno caminaba, por
ejemplo, están entre las razones por las que se desarrolló ese nuevo lenguaje
con el que hoy convivimos a diario. Todo ello consiste en un conjunto de expresiones
y palabras abreviadas que, junto con algunas combinaciones de símbolos, que representan
emociones, se usan en estos sistemas. Resulta bastante curioso el modo en que
este lenguaje se difunde y se va haciendo cada vez más extenso, creciendo en
vocabulario y con unas normas que, aunque no figuren en ninguna parte, están
ahí y son conocidas por los usuarios. Tanto es así, que para alguien que no
esté acostumbrado a este intercambio de palabras modernas, puede no entender
absolutamente nada en un mensaje de texto.
Hasta ahí todo bien, ¿pero qué pasa cuando un
lenguaje diseñado específicamente para un entorno concreto empieza a invadir
otros medios? Lo que ocurre es que lo chavales suspenden Lengua Castellana
porque escribieron una de estas abreviaturas en un examen. Y es que se corre el
peligro de aceptar este lenguaje hasta el punto de perder el propio.
Cambiando de tercio, está la cuestión de las
redes sociales y todas esas plataformas que te permiten estar en contacto con
tus amigos las veinticuatro horas del día, con una corriente de información
constante. En el lado positivo, está claro que esto nos permite tener un canal
de comunicación nuevo y antes inexistente, re-conectar con antiguas amistades y
gente de nuestro pasado, ampliar las fronteras del mundo…
Todo fantástico, pero cuando tenemos 500
amigos virtuales de los que apenas conocemos a un cuarto de ellos personalmente
y solo tenemos contacto (presencialmente halando) con una docena de los mismos,
cabe preguntarse si es oro todo lo que reluce.
A la hora de la verdad, hay gente que está
tan centrada en consultar constantemente todas las novedades de su círculo de
amistades en el ordenador, que se olvida de las personas que tiene más cerca.
Hay quien siente la necesidad de compartir todo lo que hace con cualquiera que
tenga la suficiente curiosidad como para mirar y ¿no es esa búsqueda de atención
un posible síntoma de una necesidad más profunda que no se está cubriendo?
Existe una adicción real a las redes sociales, con gente que lo deja todo para
poder satisfacer su irracional deseo. Hay personas que sienten ansiedad si
pasan demasiado tiempo desconectadas y también las hay que no tienen la ocasión
de sentir dicha ansiedad porque no se desconectan nunca.
Sin embargo, como todo en esta vida, hay que
saber encontrar el término medio. Cualquier cosa que en principio parezca
beneficiosa se puede volver en nuestra contra si se abusa de ella. Hay que
entender y hacer un uso correcto de las nuevas herramientas que disponemos, sin
olvidar que son un medio para alcanzar un fin, y no el fin en sí mismo. Es
decir que no hay que dejar que nos “posean”.
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Para acabar, lo haré comentando aquello que
al principio he mencionado que me parecía lo más terrorífico de todo. Estamos
bajo una constante vigilancia. Agencias de publicidad, el gobierno,
organizaciones… Toda esta gente tiene acceso a nuestros datos, a nuestros
gustos y preferencias, a nuestras identidades. Lo preocupante del asunto es que
eso que antes parecía ciencia ficción, ahora es real y somos nosotros mismos
los que estamos proporcionando esa información a todo aquel que la pida.
Aceptamos a ciegas acuerdos y clausulas con cada nuevo programa que instalamos.
Cuando nos creamos un perfil en un lugar nuevo, le estamos dando nuestro
permiso a “vete tú a saber quién” para que nos espíe y haga lo que quiera con
todo aquello que averigüe. Y lo peor de todo es que lo hacemos con una sonrisa
en la boca, sin conocimiento de ello, pensando que el beneficio que obtenemos
es mayor que el riesgo, o quizás convencidos de que en realidad el que alguien
tenga acceso a nuestros datos no quiere decir que los vayan a utilizar.
El mundo sigue moviéndose y siguen llegando
avances para mejorar nuestra vida. Cámaras que observan todos nuestros movimientos
desde los nuevos sistemas de entretenimiento, desde los terminales de telefonía
o desde nuestros televisores. Sistemas de pago que funcionan únicamente a
través de Internet ofreciéndonos una seguridad y garantías que, en el caso de
un ataque real, son ineficaces. Adquisición de servicios a cambio de
publicidad. Esos son solo unos pocos ejemplos de cosas que ya están en marcha,
que se han ido introduciendo y, aunque sea con recelo, las terminamos por
aceptar.
¿Qué nos depara el futuro? ¿Qué está todavía
por venir? ¿Hay que recibirlo con alegría y curiosidad, o debemos hacerlo con
miedo y precaución?
No me cabe duda de que aun conociendo los
riesgos habrá quien exclame: ¡Toma posesión de mi cuerpo mundo moderno! Y se
deje llevar sin más. Personas demasiado adaptadas y que son incapaces de
cuestionarse nada. Sin embargo, hay que tener cautela, no podemos dejar que nos
sean impuestas necesidades que antes no existían. Hay que hacerse preguntas y
no dar las cosas por hecho. Está bien que surjan todos esos avances y también
lo está que nos adaptemos al paso del mundo, porque si no nos quedaremos
anclados en el pasado. Pero siempre, hay que pensar primero y actuar en
consecuencia.
No nos olvidemos nunca de pensar porque si
dejamos que otros lo hagan por nosotros, perdemos nuestra individualidad y nos
convertimos en alguien más del redil. Nos convertimos en otra persona que se ha
embriagado con la modernidad y se ha dejado poseer alegremente.