martes, 11 de junio de 2013

Artículo de opinión: Crítica y castigo, el tiempo no lo cura todo

“No, esa no es la respuesta”; “Así no deberían ser las cosas”; “No está ahí para eso”; “Eso está mal”; “No sabes lo que haces”

Frases negativas que nos amargan la existencia y nos dicen lo que no podemos hacer, pero que no nos orientan en la dirección adecuada. Un problema de la sociedad actual y también un problema en la educación de toda la vida.

Voy a hablar de algo que muchos conocerán y otros no, y voy a hablar de ello sin darle un nombre concreto ya que combino aquí un par de conceptos que mis compañeros psicólogos sabrán reconocer. Se trata un método que frena una acción en seco y que pese a ello no conlleva ningún aprendizaje. Es algo que todos hemos utilizado consciente, o inconscientemente, al tenerlo automatizado en nuestra propia educación. Y no nos damos cuenta de que con este tipo de respuestas logramos un efecto contraproducente.

Cuando damos esas negativas, las que he puesto en el ejemplo inicial u otras similares, la persona objetivo interioriza lo que le decimos y entiende que comete un error o que sus acciones no son de nuestro agrado, pero no le damos una alternativa. Ante ese problema, cuando vuelva a darse una situación similar, pueden pasar dos cosas: que intente una alternativa al azar (que puede resultar ser incluso peor que su primera respuesta) o que se bloquee y sea incapaz de actuar de uno u otro modo, convirtiéndose en alguien dubitativo e incapaz de tomar decisiones.

Afortunadamente estamos empezando a tener en cuenta estos factores en la educación de los hijos. Pero aun así no nos damos cuenta de que esto es algo que se extiende a otras facetas de nuestra vida y puede generalizarse a nuestra interacción con todas las personas de nuestro entorno. Algo en apariencia tan trivial como decirle a una persona que no te gusta algo que ha hecho y dejar la critica solo ahí, es algo que puede ir minando lenta y fatídicamente la autoestima de ese individuo. Con eso no quiero decir que si alguien comete un error que deba ser corregido (pensemos que por su bien) no se lo debamos decir, claro que tenemos que hacérselo saber, pero no hay que quedarse nunca en el error, siempre hay que ser capaz de añadir algo positivo. Eso es lo que llamamos hacer una crítica constructiva: No decir lo que se hace mal, sino cómo mejorar.

Pero esto es para acciones o hechos concretos y creo que mi explicación se puede generalizar todavía más, hasta llegar a los propios rasgos que identifican a una persona. No puedes juzgar a alguien por una única mala acción y alejarte. En primer lugar porque desconoces si ese es su modo de actuar habitual y en segundo lugar porque el daño que puedes hacerle al ponerle una etiqueta (ya sea merecida o no) puede causar un efecto devastador en el individuo.

Si a un niño le repites constantemente que es malo, no esperes que en un futuro vaya a actuar de forma distinta a como tú le has identificado. Le has hecho aprender en su infancia que es malo, con lo que no hay posible redención para él, ser malo ya no será su conducta sino su forma de ser y todo porque tu se lo dijiste en un momento clave de su vida.



Hay que tener mucho cuidado con nuestras palabras que, aunque muchas veces las consideramos inocuas, no nos damos cuenta de que para otra persona pueden tener un peso mucho más profundo, un peso que puede marcarles a lo largo del tiempo o incluso para siempre.

Si la primera vez que alguien te dijo que eras tímido te lo creíste, o la primera vez que alguien te dijo que no sabías dibujar te lo creíste, puede que tu vida se haya desviado de su dirección original, todo en base a que alguien te etiquetó con una característica que fuiste incapaz de quitarte de encima o que la asumiste directamente sin ni siquiera plantearte si esa persona podía estar en un error.

Cuántas vidas desaprovechadas habrá porque nadie supo reforzar a estas personas durante un periodo crucial en el que, sin embargo, sí que se acordaron de castigarles cada vez que “lo merecían”. Artistas cuyas obras nunca veremos, pensadores a los que nunca escucharemos, visionarios que se desvanecerán sin dejar su marca en la historia… Todo ello porque nos resulta muy sencillo criticar, porque la palabra “NO” es con frecuencia la primera que acude a nuestros labios.

Desde luego hay quien podrá decir aquí que no todo es tan negro, que hay quien persevera a pesar de los obstáculos y que, siendo así, quizás sea porque esas son las personas que realmente valen: las que no hacen caso de las criticas, los que tienen confianza en sí mismos cuando nadie más la tiene, los que pese a criarse en un ambiente negativo salen adelante y le demuestran al mundo que eran los demás los que se equivocaban. Hay quien dirá que en ellos reside el autentico mérito, y no digo que no sea verdad, lo que digo es que ¿de verdad eran necesarios todos esos obstáculos? ¿Sabe el niño de 8 años que tiene una posibilidad aunque le digan lo contrario, o resulta que si con esa edad no es capaz de sobreponerse es que no merece nada más?


No me digas lo que no soy, facilítame el camino que me permita encontrarme a mí mismo.



2 comentarios:

  1. Buenas Erik, he visto tu blog y veo que tienes pocos seguidores, te voy ayudar con eso, apoyo a los que tenemos como yo poco seguidores para que la gente no se pierda lo que podamos escribir y viceversa. Espero que te pases por mi blog

    Un besooo

    http://entrepalabrasfelices.blogspot.com.es/

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  2. Se agradece el apoyo y desde luego que me paso sin falta por tu blog

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