jueves, 13 de junio de 2019

Relato: Compañero de investigación



COMPAÑERO DE INVESTIGACIÓN



No sé qué estoy haciendo aquí. Los desprecio a todos y cada uno de ellos. Sus sonrisas falsas, sus comentarios deferentes, sus poses arrogantes. No hay nada genuino en el baile de vanidades. 

—Yes, you are right. Fuck them all. 

“Sí, tienes razón. Que les jodan a todos.” Mi acompañante me susurra esto en inglés. Es su idioma nativo, pero no lo utiliza porque no conozca otro, sino que lo hace apropósito, para que nadie más de los presentes pueda entenderle. 

Sin embargo nadie lo haría, para ello tendrían que prestar atención a algo que no fuese sus propios egos hinchados y sudorosos. 

Alguien se acerca y me estrecha la mano. Es un hombre de mi estatura, pero bastante más mayor que yo. Aprieta con fuerza, y lo hace desafiante. Es su manera de decir que no está de acuerdo con la decisión ni con la ceremonia. Sonríe altaneramente. Escupe al hablar cuando da la enhorabuena. Para mí, más bien, habla al escupir. 

Se despide y eso da pie a que mi acompañante vuelva a hacer un comentario de los suyos. 

—Do you think he is going to the toilet to wash his hands at this very moment? Or, perhaps he will be able to wait a full minute before feeling the need to get rid of your disgusting touch… 

Bueno, si no lo hace él, lo haré yo. Me dirijo al cuarto de baño y, a pesar de la cola, me dejan pasar primero. Piensan que si no lo hacen les nombraré en mi discurso. Creen que soy tan vil como ellos y que sería capaz de avergonzarles públicamente, simplemente porque no me apetecía guardar cola. Estoy exhausto y no quiero comenzar una discusión sobre modales, así que entro, sin más. 

Todo lo que quiero hacer es refrescarme. Dejo caer el agua y me mojo la cara un poco con las manos, con cuidado de no salpicarme la chaqueta. Me miro en el espejo y descubro la mirada furiosa de alguien que ve el mundo como es en realidad. No es mi cara, sino la de mi acompañante, que también ha entrado conmigo y se niega a alejarse de mi lado un solo instante. Mi propio rostro no me molesto en mirarlo, ya sé lo que vería en su lugar: unos ojos cansados y una piel más arrugada de lo que estaba cuando inicié esta odisea. 

Escucho aplausos en el exterior. Ya es la hora. Seguro que me han llamado justo en este momento, sabiendo que no estaba disponible, para ponerme en evidencia por la tardanza. No les daré la satisfacción. Me apresuro de regreso a la sala y me dirijo hacia el escenario. 

Más aplausos. 

—Look at them, kissing your ass. 

Encontré a mi acompañante durante mi investigación y rápidamente nos hicimos cercanos. Es bueno tener a alguien al lado cuando el mundo entero parece tan empeñado en desacreditarte. 

La gente se pone en pie y aplauden con más fuerza. No están contentos con mi cura portentosa, ni con la posibilidad de salvar vidas. Se aplauden a sí mismos, mientras se llenan los bolsillos con el dinero que ganarán para las farmacéuticas a las que representan. 

Veo lágrimas descender por las mejillas de mi emocionada esposa. También se ha dejado corromper por la gloria y la fama que no ha conseguido ella. En la misma mesa, varios de mis amigos más próximos me hacen gestos de reconocimiento con la cabeza. Lo que quieren es que los nombre, que comparta mi éxito con ellos y poder aprovecharse de este. 

Solo mi acompañante permanece impasible. Es mordaz y despiadado. Me encontró cuando el estrés era prácticamente insoportable. Y ahora es en la única persona en quien puedo confiar. 

—You know what you have to do. 

Sé lo que tengo que hacer. Nadie utilizará mi investigación. He modificado los datos. No queda ni rastro, me he asegurado de ello. 

Sonrío. Saludo. Saco la pistola y me vuelo los sesos sobre el escenario.

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