Querida estrella fugaz,
Te escribo estas líneas porque no te conozco y eres
esquiva, porque no me conoces y he sido pasivo. Cuántas veces hemos hablado
como amigos mientras lloraba desconsoladamente en mi interior, buscando las
palabras que realmente quería decir, no siendo capaz de hallar los sonidos que
describiesen mi adoración por tu persona.
Quiero contarte tantas cosas que siento que una vida
no es suficiente. Por dónde empezar entonces… En una ocasión alcé la vista y
contemplé un océano luces celestiales. Presencié un día en que los
primeros rayos del sol iluminaron un
campo de vivos colores. Una vez se me grabó a fuego la imagen de serenidad de
la más fina arena virgen. Sobrecogedoras imágenes de incomparable belleza,
todas ellas olvidadas el día en que vi tu sonrisa.
Terrible fortuna la que nos separa, dejándote a años
luz de mí, mientras mi pobre y solitaria alma anhela tu compañía. Si bajases de
tu cielo, de mi cielo, aunque fuese solo por un instante, entonces quizás
podría retener para siempre tu calor en lo más profundo de mi ser.
Te guardo en el corazón y lo haré por siempre, haya
buenos o malos momentos, aunque estas líneas no te alcancen jamás, o incluso si
lo hacen y pasan inadvertidas. El destino podrá intentar separarnos, pero eso
solo me hará luchar con más fuerza, porque no hay poder en este universo capaz
de alejar mi mirada de tu estela.
En el mundo brilla una luz, ilumina mi cuerpo y
proyecta tu sombra, así sé que siempre estás conmigo.