Resulta un hecho bastante alarmante encontrarnos hoy
día en la situación de disponer de una gran cantidad de jóvenes altamente
cualificados que son incapaces de encontrar un empleo al terminar sus estudios.
Esta es una situación que ha ido en aumento a lo largo de los últimos años y
que hace que debamos plantearnos cuál es la causa y las posibles repercusiones
que este fenómeno puede tener.
Por un lado, parece claro pensar que parte de la
responsabilidad recae en el sistema educativo, quizás demasiado laxo y
accesible, permitiendo que los alumnos puedan finalizar sus carreras en un
tiempo completamente variable y sin apenas dificultades, siempre y cuando su
economía, o la de sus familias, les permitan permanecer en el centro de
estudios. Por otra parte, parece ser que muchos jóvenes eligen la opción de
estudiar en la universidad solo como una manera de retrasar su entrada al mundo
laboral o con la creencia de que así conseguirán unos estudios de mayor calidad
que les permitirá tener más posibilidades en un futuro. Puede que esa creencia
fuese cierta en años pasado, pero ya no lo es. Actualmente estar sobre
cualificado no es garantía de ser capaz de encontrar un trabajo acorde a dicha
cualificación.
Una de las primeras consecuencias que nos estamos
encontrando es que los jóvenes, las personas a las que estamos preparando en
nuestro País y con nuestros recursos, se encuentran con que no tienen más
remedio que emigrar al extranjero para salir adelante. Esa es una opción solo
apta para aquellos que puedan permitírselo, económicamente o a nivel de
idiomas, para el resto de gente que no tienen acceso a esta solución, solo
queda la búsqueda que, dadas las circunstancias, acaba siendo infructífera y
frustrante. Ello provoca un estado de baja moral que dificulta todavía más ese
acceso al mundo laboral, los jóvenes ven que todo su esfuerzo a lo largo de los
años ha sido en balde y no pueden hacer nada para cambiar su situación.
Por supuesto hay quien persevera, algunos por su
fuerza de voluntad, otros por el llamado “enchufismo” y otros porque
simplemente sucumben a las circunstancias y deciden cambiar radicalmente la dirección
de sus carreras profesionales. Quienes salen adelante por iniciativa propia lo
hacen buscando nuevos campos que explorar, abriendo sus propios negocios o
ampliando sus fronteras con conocimientos que no estén al alcance de la media,
de forma que sus currículum ofrezcan un aliciente extra para quien tenga que
contratarles. Estas personas desde luego se merecen un reconocimiento especial,
ya que son capaces de encontrar soluciones donde parece no haberlas. Pero,
siendo realistas, la gran mayoría no nos encontramos en este sector minoritario
y tal vez no podamos ver esos nuevos caminos, o simplemente no tengamos los
medios para explorarlos.
¿Qué queda entonces? Obviamente no podemos depender
del sistema, un sistema que nos ha fallado en el momento de mayor necesidad.
Entonces solo podemos acogernos al resto de posibilidades, emigramos o
asimilamos que nos aguarda un futuro que no entraba dentro de nuestros planes.
Por mi parte, creo que a estas alturas ya he probado
varios de estos remedios. He estado trabajando fuera y me he dado cuenta de que
eso era solo un parche, una solución a corto plazo y no la raíz del problema.
La búsqueda de empleo ha resultado ser una pérdida de tiempo para mi, con tanta
gente en tus mismas condiciones es difícil que lleguen siquiera a leer tu currículum.
Así pues, de momento intentaré tomar un desvío por el mundo literario y quizás,
con algo de suerte, el puente debajo del cual acabe no esté demasiado sucio.