miércoles, 12 de diciembre de 2012

Microrrelato: Final abrupto

El siguiente texto lo escribí dentro de un curso que hice de pensamiento creativo. En dicho curso hicimos distintas actividades, pero esta fue la que mas me gustó porque me descubrió varios métodos para evitar el tan temido "bloqueo del escritor". La idea del ejercicio era primero crear un texto basándose en los elementos que habíamos ido pensando en una actividad anterior, después, en grupos, se eligió el mejor relato y éste se convirtió en un "micrometraje" que grabamos entre todos.
Así que, sin mas dilación, os dejo con el texto original y con el vídeo que grabamos. La calidad del sonido es muy mala, debido a los medios de los que disponíamos  pero la idea que hay detrás del cortometraje es bastante original y me gusta cómo quedó.

FINAL ABRUPTO

Un cruel viento recorre las sendas de la desesperación para toparse, al final del camino, con un cuerpo inerte tendido en el suelo. Un espasmo recorre a aquel que una vez fue considerado humano y que, con su último aliento solo es capaz de pronunciar un nombre... El nombre, sin embargo, ya no importa, pues nadie lo escuchará jamás.
Mientras cierra los ojos por última vez en su larga existencia, repasa todos los acontecimientos que le llevaron hasta ese preciso instante. Como habitante de la que antiguamente fue tomada como la cuna de la civilización moderna, cometió el mismo error que todos los demás, se había dejado llevar por el lujo y las más variopintas de las perversiones. En consecuencia a sus actos, se había convertido en algo que iba mucho mas allá de su misma esencia primigenia. En el pasado se le podría haber considerado una aberración, pero en este mundo, que bien podía haber perdido el juicio, no era más que alguien que vivía conforme a las ideas imperantes en toda su generación.
Su destino había sido el peor de todos, porque había sido el último en perecer, pero, a pesar de todo, se consideraba afortunado en cierto sentido. Había caído siguiendo unos ideales recién descubiertos en el momento de mayor necesidad, y lo había hecho por y para sí mismo, ya que no podía alardear de ello ante nadie.
Así, mientras las imágenes se nublaban, trató de retener en su retina aquel mágico bosque que, con toda seguridad, no era contemplado por nadie desde hacía siglos. El ego había consumido la belleza del mundo, sumiendo el entorno en un inmenso desierto del que solo aquel modesto paraje escapaba. Y, aunque su hora ya estaba próxima y se sentía tan pecador como el resto de su raza, se fue de este mundo sonriendo.


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